La evolución del papel hacia los 0 y 1.
Desde el inicio de mi devenir profesional sentí una atracción irresistible al uso de todo tipo de “artilugios” nuevos y que entendía facilitarían de algún modo mi quehacer diario.
Eran los tiempos de los IBM recién compatibles y que suponían un desembolso prohibitivo para mi economía de recién colegiado.
En 1985 se introdujeron en el mercado español los Amstrad PCW, que se comercializaron como procesador de texto y a un precio realmente asequible, que literalmente arrasa el mercado, incluso desbordándolo, pues a fin de cuentas era un ordenador completo compatible con el sistema operativo CP/M y que incluía de serie el procesador de textos LocoScript.
Tras varios años de uso me “subí al carro” de los PC's compatibles realmente y que mayoritariamente funcionaban bajo el sistema operativo Windows, sistema que a la vez que me permitía desarrollar lo más fácilmente posible mi trabajo también me daba constantes quebraderos de cabeza y muchas horas perdidas con sus desgraciadamente famosos “pantallazos azules” y el “clonc” que hacían que la adrenalina y la “mala uva” fuese cada vez en aumento y en detrimento de mi estado de salud mental.
Tras cerca de 20 años de una clara relación de amor-odio con el operativo del Sr. Gates y coincidiendo con una conversión a lo San Pablo, el Sr. Jobs me ganó para su causa y en todos los terrenos posibles: smartphones, tablets, PC y portátil, pudiendo decir, ahora sí, que solamente debo preocuparme de que el enchufe esté en su sitio porque del funcionamiento de software y hardware me he olvidado.
En fin, continuaremos en próximas entradas relatando lo que suponía hace escasamente tres o cuatro años aparecer por una sala de togas o de vistas con algo que no fuese carpeta y papel, soportando estoicamente las caras de sorpresa cuando abría el portátil y dejaba el “boli” en casa...
(Continuará).